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Resolución de misterios 3: El enigma de la llamada musical

A continuación, te presentaremos la narración de un caso de misterio, que debes intentar resolver como si fueras un(a) detective.


Para ello, debes fijarte con atención en los distintos datos y elementos que se entregan en la historia, utilizando estrategias de selección de información, organización de datos y aplicando habilidades como deducir e inferir.


En esta oportunidad, compartiremos una historia protagonizada por los jóvenes detectives Amanda Amy Adams y Christopher Lince Collins.


La información puede estar desplegada tanto en la narración como en la imagen que ilustra el texto.



EL ENIGMA DE LA LLAMADA MUSICAL


—¡Lince! ¡Sarge acaba de llamar y ha dicho que han secuestrado a Bobby Banks! Por eso faltó hoy a clase. Sarge quiere que le ayudemos a buscarlo —dijo Amy por teléfono con tono apremiante.

—Nos encontraremos en la calle —respondió Lince. Colgó, se metió el bloc de dibujo y el bolígrafo en el bolsillo trasero del tejano y salió al encuentro de Amy.

Cuando la superdetective llegó, pedalearon en sus superbicis hasta la casa de Bobby. Al ascender, vieron a la madre de Bobby junto a la piscina, a un lado de la casa Banks, hablando con el sargento Treadwell.

—Hola, Sarge. Hola, señora Banks. Lamento lo de Bobby —dijo Lince.

—¿Qué ocurrió? —se interesó Amy. La señora Banks estaba pálida y su voz era un murmullo.

—Esta mañana alguien secuestró a Bobby mientras esperaba el autobús escolar… ¡delante de casa! Por casualidad me asomé por la ventana y vi a Bobby charlando con dos hombres que iban en un coche. A continuación vi que uno de ellos metía a Bobby en el coche y se largaban.

—¿Sabe quiénes son? —preguntó Amy impaciente—. ¿Apuntó el número de matrícula?

La señora Banks meneó la cabeza varias veces.

—No, estaba tan agitada que en lo único que me fijé fue en el color del coche: era azul.

—¿Ha recibido algún comunicado solicitando un rescate? —preguntó Lince.

—No. El sargento Treadwell ha venido a instalar un aparato de grabación por si llaman por teléfono, pero de momento no hemos recibido ninguna noticia.

Amy no podía ocultar su consternación.

—Entonces, ¿no hay ninguna pista?

—Bueno —añadió la señora Banks—, cuando la policía pidió ayuda para localizar a Bobby, el señor Lefsky, el cartero, les dijo que alrededor de las ocho había visto a Bobby en un coche azul que giraba por el callejón Greenwood. Bobby llegó a saludarlo con la mano. Luego notó que el coche salía del callejón, pero no vio a Bobby en el interior.

—Estamos casi seguros de que Bobby está en una de las cuatro casas del callejón, pero ignoramos en cuál —prosiguió el sargento Treadwell—. Tememos registrarlas porque podríamos alertar a los secuestradores. Primero nos gustaría determinar en qué casa se encuentra.

Los ojos de la señora Banks se llenaron de lágrimas y empezó a sollozar. Lince se volvió hacia su amiga:

—Amy, ¿te molestaría quedarte con la señora Banks? Es posible que los secuestradores telefoneen y puedas oírlos. Enseguida vuelvo.

Lince montó en la bici y se dirigió al callejón Greenwood. Las cuatro casas se alzaban al final del camino arbolado, junto al lago. Lince se apeó un poco antes, escondió la bici en la arboleda y reptó hasta un sitio desde el que, entre la maleza, podía ver sin ser visto. A continuación estudió atentamente cada casa en busca de pistas.

Se llevó un chasco. Reinaba la más absoluta tranquilidad; al parecer, los secuestradores eran cuidadosos. Cuando le hormigueó el estómago, Lince pensó que probablemente llegaría tarde a cenar. Sacó el bloc y el bolígrafo, y en menos de lo que canta un gallo dibujó las cuatro casas.

«Tengo que hablar con Amy para saber si los secuestradores han llamado y luego volveré a casa. Aunque se trate de un caso importante, será mejor que no llegue demasiado tarde», pensó.

Al acercarse a casa de Bobby, Lince vio que Amy estaba sentada en la escalinata de entrada. Su amiga se puso en pie de un salto.

—Lince, Bobby acaba de telefonear. ¡Los secuestradores quieren que el señor Banks vaya al encuentro de uno de ellos y les entregue cien mil dólares!

—¡Eso es mucho dinero! —exclamó Lince—. ¿Has conseguido alguna pista? ¿Qué más dijo Bobby?

Amy estaba tan agitada que agarró a Lince de la mano y le hizo entrar en la casa.

—Óyelo tú mismo. Sarge lo grabó. Aunque la voz de Bobby suena temblorosa y se oyen un montón de ruidos desconcertantes, es posible oírlo. Dice cosas raras… creo que intentaba darnos pistas.

Lince conectó la cinta y oyó la voz de Bobby: «Hola, mamá, soy yo… Bobby. Mamá… ¡bip! ¡bip! ¡bip! Mamá, estoy bien, pero tengo mucho frío y ellos no quieren encender la chimenea. Han dicho que me encerrarán en el piso de arriba y que me dejarán morir de hambre si esta noche papá no se reúne con ellos en el puente del Mill Creek y les entrega cien mil dólares… ¡bip! ¡bip! ¡bip!». Hubo una ligera pausa y luego una voz colérica dijo: «¡Ya está bien, mocoso!». Luego colgaron bruscamente y la comunicación se interrumpió. Lince paró el aparato de grabación.

—Bobby es muy listo. Amy, creo que tienes razón. Intentaba decirnos algo. ¿A qué pueden deberse esos bips?

Amy se acercó al teléfono y levantó el auricular. Apretó pensativa algunos botones. Súbitamente se volvió para mirar a Lince.

—¡Ya sé a qué corresponden los bips! Mientras hablaba, Bobby accionaba los botones del teléfono. Pasemos la cinta Otra vez —agitada, Amy rebobinó la cinta y la escucharon—. ¡Está sonando «Tres ratones ciegos»! ¡Bobby interpretó al teléfono «Tres ratones ciegos»! —chilló Amy.

—¿Qué sentido tiene? —preguntó Lince—. Hmmm. Estudiemos las casas —sacó el bloc de dibujo y juntos contemplaron las cuatro casas—. ¡Ya lo tengo! ¡Sé en qué casa está! ¡Ven, Sarge! —gritó Lince.

¿En qué casa estaba Bobby y cómo lo descubrió Lince?


M. Masters., en El misterio del perro secuestrado y otras historias


Ojalá hayas podido resolverlo. Si quieres, puedes revisar la respuesta a este misterio en el Solucionario III: Resolución a partir de análisis. También puedes aclarar alguna duda directamente con tu profesor de Lengua y Literatura a través del Contacto, en la página inicial.

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